viernes, 9 de mayo de 2014

Contextualización literaria

     A comienzos del siglo XX predomina la tendencia teatral realista y naturalista, continuación de la Alta Comedia burguesa triunfadora en la segunda mitad del siglo XIX. Se trata de la forma más comercial del teatro, cuya intención es reflejar los ambientes y los caracteres de la realidad. El teórico de esta tendencia fue Stanislavski.
Aunque este tipo de teatro, de éxito asegurado, se sigue representando a lo largo del siglo XX, durante las primeras décadas de este siglo se va a ir produciendo una constante renovación de las tendencias escénicas, debido sobre todo a las siguientes causas:

- Aplicación a los montajes teatrales de diferentes avances técnicos.

- Influencia del cine. En su origen, el cine se ve muy influido por el teatro (las películas se redujeron a la filmación de obras de teatro, lo que en Francia se llamó “Cinema Qualité”). Pero el proceso se invertirá, de manera que comenzarán a emplearse en los montajes teatrales técnicas provenientes del cine. Además, el cine se va a reservar el punto de vista más “realista y naturalista”, de forma que el teatro intentará buscar otros contenidos y formas de expresión.

- Importancia que va a adquirir en el teatro contemporáneo el director de escena que, en muchos casos, acabará imponiendo sus ideas a actores y autores.

     El teatro probablemente sea el género literario más sujeto a los condicionamientos ideológicos y comerciales. Esto nos hace diferenciar el teatro de esta época entre un teatro comercial, es decir, con éxito en los escenarios, y un teatro innovador, más atrevido y creativo pero con menos popularidad.

  • Teatro comercial:

- El Drama burgués de Jacinto Benavente (Madrid,1866-1954)
    El autor más importante de esta corriente es Jacinto Benavente, autor perteneciente a la Generación del 98.

    La comedia benaventina, costumbrista e incisiva, supone una reacción contra el teatro melodramático de Echegaray. Este tipo de teatro se basa en el realismo, la verosimilitud, la ironía o incluso la poesía. Puede decirse que, con su primera obra, El nido ajeno (1894), abre un nuevo periodo en la dramaturgia española.

    Su teatro de éxito alcanza la culminación en Los intereses creados (1907), donde utiliza los personajes de la «commedia dell'arte» italiana con psicología española y critica el positivismo de la sociedad contemporánea.

     Es un teatro escasamente problemático, en el que lo esencial era la puesta en escena de unos modos defectuosos de la convivencia, mediante una forma teatral en la que lo decisivo no era la construcción de una acción dramática sino mostrar la relación social de unos personajes a través del diálogo. Esto significa la ruptura definitiva con la herencia romántica triunfante en Echegaray. Esta nueva manera de hablar los personajes, que “desteatraliza” su palabra y la acerca al español conversacional de las clases cultas de la alta burguesía, supone la introducción en España de una nueva forma de teatro realista en la que lo principal es la crónica dramática de los vicios y virtudes de una clase social.

- El teatro “poético”
Mezcla influencias neorrománticas y modernistas. Las obras más destacadas son las obras en verso de tema histórico. En ellas se pretenden rescatar algunos mitos nacionales sin hacer ningún tipo de crítica. El principal representante de esta tendencia fue Eduardo Marquina, al que siguieron Francisco Villaespesa y los hermanos Machado.

- El teatro cómico
Es una continuación del llamado "género chico" del siglo XIX. Presenta ambientes pintorescos y un humor mezclado de sentimentalismo con final feliz. Dentro de esta tendencia destacan:
  los hermanos Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín): escriben sainetes y comedias (El genio alegre, 1906), casi todos de ambiente andaluz.
  Carlos Arniches: scribe sainetes de ambiente madrileño con una gran comicidad verbal (El santo de la Isidra, 1898; Los milagros del jornal, 1924), y también piezas más extensas y de mayor alcance crítico que denominó "tragedia grotesca", como La señorita de Trevélez (1916).
Hay que mencionar también un subgénero cómico algo más burdo, pero exitoso en su época: el "astracán" de Pedro Muñoz Seca.Destaca por una búsqueda de la comicidad, desfigurando el lenguaje natural. La obra más célebre dentro de este género es La venganza de Don Mendo, que se estrenó en el Teatro de la Comedia de Madrid en 1918. Dicha pieza es una sátira inspirada en el teatro histórico, del modernismo literario, del drama romántico y de las comedias de honor deCalderón de la Barca.

  • Teatro innovador:
- Generación del 98: formada por un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social acarreada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y las Filipinas en 1898. Todos los autores y grandes poetas englobados en esta generación nacen entre 1864 y 1876. Estos autores, a partir del denominado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu), comenzaron a escribir en una vena juvenil hipercrítica e izquierdista que más tarde se orientará a una concepción tradicional de lo viejo y lo nuevo. Pronto, sin embargo, siguió la polémica: Pío Baroja y Ramiro de Maeztu negaron la existencia de tal generación.
Dentro de esta generación se pueden diferenciar distintos tipos de corrientes a seguir por los escritores, destacando así:
-       Unamuno (Bilbao, 1864 – Salamanca, 1936):  Cultivó el teatro al margen de las tendencias de su época. Sus dramas intentan mostrar, más que una obra teatral, un ensayo dramatizado. Se trata de un teatro difícil por su carácter intelectual y por su densidad temática, a lo que se suma su austeridad de decorados y economía de medios. Llama la atención sobre todo la profundidad de sus planteamientos (inmortalidad, paternidad-maternidad, personalidad, etc.).
-       Al margen de los intentos de teatro vanguardista de Azorín (trilogía Lo invisible) y del teatro filosófico de Unamuno (Fedra, El otro), destaca la obra de Valle- Inclán (1866-1939). Su amplia obra teatral suele dividirse en tres bloques: el ciclo mítico, que presenta una Galicia mítica y primitiva (Comedias bárbaras muestra la descomposición del mundo rural y Divinas palabras la codiciosa explotación de la deformidad de un enano); el ciclo de la farsa, que presenta un mundo fantástico y estilizado (La Marquesa Rosalinda) y el ciclo del esperpento, abierto en 1920 con Luces de bohemia y continuado por la trilogía Martes de Carnaval. Los esperpentos son obras difícilmente representables, en las que introduce una estética caricaturesca que recuerda por una parte al expresionismo y por otra a la tradición "negra" española (Quevedo en literatura, Goya en pintura). Son obras que mezclan lo trágico y lo grotesco, los registros lingüísticos más extremos, con unos personajes deshumanizados, convertidos en fantoches, que traslucen una amarga visión de España.
     
- La generación novecentista: destaca Jacinto Grau, autor de un teatro denso que despertó más interés fuera de España; su mejor obra fue El señor de Pigmalión (1921), en la que unos muñecos se rebelan contra su creador. En España, Ramón Gómez de la Serna, impulsor de las vanguardias, practica un teatro muy innovador, con títulos como Los medios seres (1929).

- La Generación del 27: En el ambiente de inquietud cultural e intelectual que surge con la República y tiene uno de sus más claros exponentes en la Residencia de Estudiantes de Madrid, aparecen voces renovadoras que influyen de manera importante en la transformación del teatro español del siglo XX. Dentro de la diversidad de tendencias e intenciones dramáticas de estos autores, se puede apreciar en la obra de todos ellos un trasfondo social y un intenso sentido de la solidaridad.
Debe destacarse, entre los autores pertenecientes a la Generación del 27, la producción teatral de Rafael Alberti, Pedro Salinas, Alejandro Casona, Max Aub y Miguel Hernández…
Así mismo, la persona más destacada sin duda alguna de esta generación es Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 1898 – Granada, 1936). Su teatro intentó instalar la escena española en la modernidad artística. Discurre desde el “teatro de arte”, que buscaba la regeneración estética de la escena entregada al mercantilismo, hasta un “teatro rehumanizado” que, atiende al mejoramiento moral y material del pueblo.


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