A comienzos del siglo
XX predomina la tendencia teatral realista y naturalista, continuación de la Alta Comedia burguesa triunfadora en la
segunda mitad del siglo XIX. Se trata de la forma más comercial del teatro,
cuya intención es reflejar los ambientes y los caracteres de la realidad. El
teórico de esta tendencia fue Stanislavski.
Aunque este tipo de
teatro, de éxito asegurado, se sigue representando a lo largo del siglo XX,
durante las primeras décadas de este siglo se va a ir produciendo una constante renovación de las tendencias
escénicas, debido sobre todo a las siguientes causas:
- Aplicación a los
montajes teatrales de diferentes avances técnicos.
- Influencia del
cine. En su origen, el cine se ve muy influido por el teatro (las películas se
redujeron a la filmación de obras de teatro, lo que en Francia se llamó “Cinema
Qualité”). Pero el proceso se invertirá, de manera que comenzarán a emplearse
en los montajes teatrales técnicas provenientes del cine. Además, el cine se va
a reservar el punto de vista más “realista y naturalista”, de forma que el
teatro intentará buscar otros contenidos y formas de expresión.
- Importancia que va
a adquirir en el teatro contemporáneo el director de escena que, en muchos
casos, acabará imponiendo sus ideas a actores y autores.
El teatro
probablemente sea el género literario más sujeto a los condicionamientos
ideológicos y comerciales. Esto nos hace diferenciar el teatro de esta época
entre un teatro comercial, es decir, con éxito en los escenarios, y un teatro
innovador, más atrevido y creativo pero con menos popularidad.
- Teatro comercial:
- El Drama
burgués de Jacinto Benavente (Madrid,1866-1954)
El autor más
importante de esta corriente es Jacinto Benavente, autor perteneciente a la
Generación del 98.
La comedia
benaventina, costumbrista e incisiva, supone una reacción contra el teatro
melodramático de Echegaray. Este tipo de teatro se basa en el realismo, la
verosimilitud, la ironía o incluso la poesía. Puede decirse que, con su primera
obra, El nido ajeno (1894), abre un
nuevo periodo en la dramaturgia española.
Su teatro de éxito
alcanza la culminación en Los intereses
creados (1907), donde utiliza los personajes de la «commedia dell'arte»
italiana con psicología española y critica el positivismo de la sociedad
contemporánea.
Es un teatro
escasamente problemático, en el que lo esencial era la puesta en escena de unos
modos defectuosos de la convivencia, mediante una forma teatral en la que lo
decisivo no era la construcción de una acción dramática sino mostrar la
relación social de unos personajes a través del diálogo. Esto significa la
ruptura definitiva con la herencia romántica triunfante en Echegaray. Esta
nueva manera de hablar los personajes, que “desteatraliza” su palabra y la
acerca al español conversacional de las clases cultas de la alta burguesía,
supone la introducción en España de una nueva forma de teatro realista en la
que lo principal es la crónica dramática de los vicios y virtudes de una clase
social.
- El teatro “poético”
Mezcla influencias
neorrománticas y modernistas. Las obras más destacadas son las obras en verso
de tema histórico. En ellas se pretenden rescatar algunos mitos nacionales sin
hacer ningún tipo de crítica. El principal representante de esta tendencia fue
Eduardo Marquina, al que siguieron Francisco Villaespesa y los hermanos
Machado.
- El teatro cómico
Es una continuación
del llamado "género chico" del siglo XIX. Presenta ambientes
pintorescos y un humor mezclado de sentimentalismo con final feliz. Dentro de
esta tendencia destacan:
los
hermanos Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín): escriben sainetes y comedias (El
genio alegre, 1906), casi todos de ambiente andaluz.
Carlos
Arniches: scribe sainetes de ambiente madrileño con una gran comicidad verbal
(El santo de la Isidra, 1898; Los milagros del jornal, 1924), y también piezas
más extensas y de mayor alcance crítico que denominó "tragedia
grotesca", como La señorita de Trevélez (1916).
Hay que mencionar también un subgénero cómico
algo más burdo, pero exitoso en su época: el "astracán" de Pedro
Muñoz Seca.Destaca por una búsqueda de la comicidad, desfigurando el lenguaje
natural. La obra más célebre dentro de este género es La venganza de Don Mendo,
que se estrenó en el Teatro de la Comedia de Madrid en 1918.
Dicha pieza es una sátira inspirada en el teatro histórico, del modernismo literario, del drama romántico y de las
comedias de honor deCalderón de la Barca.
- Teatro innovador:
- Generación
del 98: formada por un grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles
que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social
acarreada en España por la derrota militar en la guerra hispano-estadounidense
y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Guam, Cuba y las Filipinas en 1898.
Todos los autores y grandes poetas englobados en esta generación nacen entre
1864 y 1876. Estos autores, a partir del denominado Grupo de los Tres (Baroja,
Azorín y Maeztu), comenzaron a escribir en una vena juvenil hipercrítica e
izquierdista que más tarde se orientará a una concepción tradicional de lo
viejo y lo nuevo. Pronto, sin embargo, siguió la polémica: Pío Baroja y Ramiro
de Maeztu negaron la existencia de tal generación.
Dentro de esta generación se pueden
diferenciar distintos tipos de corrientes a seguir por los escritores,
destacando así:
-
Unamuno
(Bilbao, 1864 – Salamanca, 1936):
Cultivó el teatro al margen de las tendencias de su época. Sus dramas
intentan mostrar, más que una obra teatral, un ensayo dramatizado. Se trata de
un teatro difícil por su carácter intelectual y por su densidad temática, a lo
que se suma su austeridad de decorados y economía de medios. Llama la atención
sobre todo la profundidad de sus planteamientos (inmortalidad,
paternidad-maternidad, personalidad, etc.).
-
Al margen
de los intentos de teatro vanguardista de Azorín (trilogía Lo invisible) y del
teatro filosófico de Unamuno (Fedra, El otro), destaca la obra de Valle- Inclán
(1866-1939). Su amplia obra teatral suele dividirse en tres bloques: el ciclo
mítico, que presenta una Galicia mítica y primitiva (Comedias bárbaras muestra
la descomposición del mundo rural y Divinas palabras la codiciosa explotación
de la deformidad de un enano); el ciclo de la farsa, que presenta un mundo
fantástico y estilizado (La Marquesa Rosalinda) y el ciclo del esperpento,
abierto en 1920 con Luces de bohemia y continuado por la trilogía Martes de
Carnaval. Los esperpentos son obras difícilmente representables, en las que
introduce una estética caricaturesca que recuerda por una parte al
expresionismo y por otra a la tradición "negra" española (Quevedo en
literatura, Goya en pintura). Son obras que mezclan lo trágico y lo grotesco,
los registros lingüísticos más extremos, con unos personajes deshumanizados,
convertidos en fantoches, que traslucen una amarga visión de España.
- La
generación novecentista: destaca Jacinto Grau, autor de un teatro denso que
despertó más interés fuera de España; su mejor obra fue El señor de Pigmalión
(1921), en la que unos muñecos se rebelan contra su creador. En España, Ramón
Gómez de la Serna, impulsor de las vanguardias, practica un teatro muy
innovador, con títulos como Los medios seres (1929).
- La Generación
del 27: En el ambiente de inquietud cultural e intelectual que surge con la
República y tiene uno de sus más claros exponentes en la Residencia de
Estudiantes de Madrid, aparecen voces renovadoras que influyen de manera
importante en la transformación del teatro español del siglo XX. Dentro de la
diversidad de tendencias e intenciones dramáticas de estos autores, se puede
apreciar en la obra de todos ellos un trasfondo social y un intenso sentido de
la solidaridad.
Debe destacarse, entre los autores
pertenecientes a la Generación del 27, la producción teatral de Rafael Alberti,
Pedro Salinas, Alejandro Casona, Max Aub y Miguel Hernández…
Así mismo, la persona más destacada sin duda
alguna de esta generación es Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 1898 –
Granada, 1936). Su teatro intentó instalar la escena española en la modernidad
artística. Discurre desde el “teatro de arte”, que buscaba la regeneración
estética de la escena entregada al mercantilismo, hasta un “teatro
rehumanizado” que, atiende al mejoramiento moral y material del pueblo.
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